domingo, 6 de junio de 2010

Una nota Con Herminia Weinbuam

¿Qué edad tiene?
73 juveniles.
¿No le parece que está un poquito grande para estar haciendo esas cosas en la tele?
No, me parece que estoy siempre a tiempo de poder hacerlo.
¿Se siente joven?
Sí, una quinceañera
Pero no en lo físico. Anulo los espejos, me siento de quince interiormente.
¿Es o se hace?
Las dos cosas. En realidad, lo que hago es una aventura en mi vida, me encanta poder hacerlo. Me entrego a esa situación, a esa circunstancia.
Hace cuánto que trabaja con sus hijos?
Desde el 97. Surgió por una casualidad, por un favorcito que necesitaban de alguien que abriera una puerta en el programa. Entonces dijeron: ‘Le vamos a pedir a mamá’. Y no hay nada más maravilloso que poder cumplir el pedido de un hijo. A partir de eso, me fui quedando.
¿Se animaría a trabajar en otro programa donde no estuviera su familia?
Sí, cómo no. Siempre y cuando me dieran permiso mis hijos. Yo les di la vida y ellos ahora me dan la alegría de dejarme trabajar con ellos. También está Karina, otra hija, que es la que escribe los guiones, con la temática propia de la casa. Y después los leemos entre todos.
Usted tiene su guión, ¿le cuesta memorizarlo? ¿Pide ayuda?
No me cuesta y lo estudio sola. Me gusta hacerlo a la mañana, con el mate. Me siento una estudiante.
Su rol en el programa es el de una mamá que quiere ser el centro...
Sí, yo me quiero aprovechar de la gloria, les quiero sacar fama. Les serrucho el piso, digamos. Obviamente es un papel. Igual, me acuerdo que en uno de los primeros programas tenía que decir: ‘Son dos giles’. Y me costaba mucho. Al final me salió y agregué: ‘Son dos giles, pero los amo’.
¿En la vida también quiere ser el centro?
Sí, quiero ser protagonista de mi propia vida.
Pero se buscó mucho público. Tuvo siete hijos. ¿Se puede cuidar bien a todos?
Sí, y ojo que todos son del mismo padre (enfatiza la voz). Mi marido era un divino, murió en el 97. Pero bueno, hay tiempo para ocuparse bien de siete. Es cuestión de administrar el tiempo. Además, tengo muchos nietos. La más chiquita es una muñeca de 8 meses y el mayor tiene 19 años.
Como abuela, ¿es rompeo es de esas que están cuando los papás la necesitan?
Mirá, cuando me necesitan, estoy. Me gusta poder ser útil.
Es capaz de nombrar a los siete con sus edades?
Por supuesto: Silvia, 46; Graciana, 45; Eugenio, 44; Gabriela, 43; Víctor, 37; Karina, 35, y Sebastián, 32.
Con la fama, ¿se le acercan más pretendientes?
(Risas) ¿No querés cambiar de tema? ¿No me hacés otra pregunta?
Por qué? ¿Le da vergüenza?
Tengo la suerte de que se me acerque gente conocida. Todos me saludan.
Vamos, Herminia, no se achique, algún candidato debe haber.
No, no. Me encantaría poder tenerlo, pero por ahora no hay nada.
¿Los prefiere rubios o morochos?
Lo que venga.
¿Se imagina volviendo a formar pareja?
¿Por qué no? Me encantaría, te repito. El amor no tiene edad. Una siempre tiene ganas de sentirse querida.
¿Es de mirar hombres?
Somos una barra que miramos hombres. Un grupo de mujeres tiradas en la lona. Dicen que el amor puede aparecer en cualquier rincón; yo estoy dando vueltas manzana y nada. Lo mío parece una calesita.
¿Qué pasa, es muy pretenciosa?
No, pero me gustaría que sea bueno, considerado y buen compañero.
De sus amigas, ¿es la graciosa del grupo?
Todas somos graciosas, lo que tiene el grupo es que todas nos queremos, nos vemos todos los días de la semana, salimos. Nos gusta caminar por la costa. (Vive en Mar del Plata.) Tenemos nuestros rayes , pero nos contenemos.
¿Juegan a algo?
Somos de jugar al burako (un juego con fichas parecido a la canasta).
No me diga que lo hace por plata...
Nos jugamos las estancias, los coches. No, es una broma. Jugamos por placer. Somos bucaneras.
Cuando trabaja con sus hijos, ¿hace valer su autoridad de madre y persona mayor a la hora de poner límites?
No hay uno que tenga más autoridad que otro. Somos todos de conversar.
Pero cuando se arma lío. ¿No se ejerce su rol de madre para poner orden?
De acuerdo a cómo se porten hago valer el rol de mamá. Igual, se portan muy bien. Todavía no tuve oportunidad de retarlos.
¿Y usted cómo se porta?
¿Yo? Mal. Soy la rebelde.
¿Alguna vez la quisieran echar del programa?
Si me quieren echar, les va a resultar difícil, porque yo no me muevo.
¿Por qué?
Porque cuando vivís una emoción así, de poder estar en la tele, pasa a ser una adicción. En eso se convirtió para
mí la tele, y me encanta. Es como una aventura y lo vivo intensamente.
Se mira?
Sí.
¿Y qué piensa?
Me parece mentira que sea yo la que esté haciendo eso.
¿Qué es lo mas riesgoso que hizo en su vida?
Todo es riesgo.
Ya que habla tanto de que le gusta la aventura, ¿se animaría a practicar algún deporte extremo?
Ya es bastante estar trabajando con mis dos hijos.
¿Cuál está más loco de los dos conductores, Eugenio o Sebastián?
(Risas) No sé. Yo disfruto el hecho de que me permitan entrar en ese mundo maravilloso que tienen ellos que es la aventura, con esa adrenalina a mil donde le dan de comer a los cocodrilos y se enroscan serpientes. Y bueno, me permiten entrar en esa aventura. Y me miman mucho.
En la pantalla se la ve bastante histriónica. ¿Diría que es una actriz frustrada?
No. La palabra actriz me merece el mayor de los respetos. Es algo grandioso. Lo mío no tiene nada que ver con eso.
¿Vive de sus hijos o es al revés?
Ni una cosa ni la otra. Me gusta ser soberana de mi propia vida.

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